Cuando Jesús no tiene sentido
Algunas palabras de Jesús parecen no tener ningún sentido en absoluto. Leemos: «La lámpara del cuerpo es el ojo...». Luego, como si esto no fuera lo suficientemente confuso, Jesús agrega: «…por eso, si tu ojo está sano (ἁπλοῦς)], todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es malo (πονηρὸς), todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad» (Mateo 6:22-23a).
La forma más popular de lidiar con textos como estos es ignorarlos.
Primero, hablemos de «La lámpara del cuerpo es el ojo». Las personas modernas, como tú y yo, piensan en el ojo como una ventana que permite que la luz penetre en el cuerpo. Los judíos antiguos, sin embargo, pensaban que el ojo era el origen de la luz (algo así como una linterna). En otras palabras, todo en la vida depende de cómo se vean las cosas. Alguien lo expresó de esta manera: «Es tu actitud, no tu aptitud, lo que determina tu altitud» (no te preocupes, también tuve que releerlo varias veces, ¡pero valió la pena!).
Nuestra segunda idea se refiere al significado de un «ojo sano» frente a un «ojo malo». Una mejor traducción debe ser un «ojo bien intencionado» frente a un «ojo lujurioso». Jesús está utilizando estos términos metafóricamente. Un hombre con un «ojo bien intencionado» mira un camino dado solo por Dios. La palabra de Dios se convierte en la luz guía (Salmo 119:105). Pero el que tiene «el ojo lujurioso» se distrae y es codicioso mirando las posesiones de los demás. A medida que la envidia se arraiga, la generosidad muere. Entonces la oscuridad se asienta.
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