El libro de Jubileos y el sabbat
Cuando leemos en nuestro tiempo acerca del sabbat (el día de reposo judío), cuando la práctica de guardar el sabbat cristiano ha sido virtualmente abrogada, es fácil sentir el fuerte deseo de no cumplir íntegramente con el sabbat como resultado de las tendencias legalistas judías. Sin embargo, es importante ver que nuestro autor vio la ruptura del sabbat solo como un problema superficial que revela el problema real, escondido en el corazón incrédulo de la persona que rompe el pacto. La observancia del sabbat debía realizarse no en la obediencia legalista seca, sino como el deber sagrado del corazón redimido: «Deben guardar el sabbat y no deben abandonarlo en el extravío de sus corazones».
El libro de Jubileos es un escrito pseudoepigráfico[1] conocido antes del descubrimiento de Qumrán por medio de una traducción etíope del texto completo, y de fragmentos en griego, latín y siríaco-arameo. Jubileos se compuso completamente en hebreo, luego se tradujo al griego y del griego al etíope, único idioma en el que se conserva el texto completo.[2] Se encontró por primera vez en hebreo, su idioma original, en un gran número de fragmentos, principalmente pequeños, descubiertos en cinco cuevas de Qumrán. Según Lane, esta obra es un relato midrásico (reinterpretativo) de la historia de Génesis (y del comienzo de Éxodo), presentado en la forma de una revelación transmitida por los ángeles a Moisés.[3] Nickelsburg señala que el libro de Jubileos es una extensa elaboración de Génesis 1–Éxodo 12.[4] VanderKam resume brevemente el contenido general del libro:
«La revelación demuestra ser un ensayo fuertemente editado del material de Génesis 1 a Éxodo 20, encapsulado en una cronología que divide el tiempo en unidades de 49 años (Jubileos), cada una de las cuales consiste en “siete semanas de años”».[5]
El objetivo del autor fue defender el judaísmo de los efectos desintegradores del helenismo. A continuación se discutirán los diversos medios por los cuales hizo esto. Según Ferguson, los pecados[6] que se atacan con más frecuencia y fuerza en el libro de Jubileos son: idolatría, fornicación y comer sangre.[7]
Resumen de los argumentos
- Primero, el origen celestial del sabbat se afirma no solo en el sentido de que Dios emitió el mandamiento, sino también porque la observancia del sabbat está en el corazón de la misma vida celestial (2:17-19; 6:30b-31).
- Segundo, el sabbat viene como una señal del pacto. Dios escogió a Israel de entre todas las naciones y le ordenó que guardara el sabbat. Israel y el sabbat están unidos para siempre porque YHVH los ha santificado a ambos (2:19-22).
- Tercero, la pena capital debía administrarse a cualquiera que hubiera violado o profanado de alguna manera el sabbat (2:26; 50:13b).
- Cuarto, la observancia del sabbat no fue principalmente de carácter externo y superficial, sino un deber interno del corazón (2:28-29).
- Quinto, el sabbat debía ser obedecido sin ninguna invención del hombre, totalmente y sin ningún compromiso o evasión (2:29-30).
- Sexto, el sabbat semanal fue más grande que cualquiera de las otras fiestas de Israel. Ningún sabbat, como la más grande de todas las fiestas de Israel, debía ser eclipsado por otras actividades festivas que también decretó el Dios de Israel. Las fiestas no podían sustituir al sabbat. El único medio para lograr esto era ordenar la vida según el calendario celestial de 364 días (6:32-33).
- Séptimo, las relaciones sexuales, contemplar o hablar sobre cualquier actividad comercial, o incluso sacar agua, estaban prohibidas en sabbat (50:8-10). La lista de prohibiciones también incluía hacer un viaje, cultivar, encender fuego, montar sobre cualquier tipo de animal, golpear o matar, atrapar a un ser vivo, ayunar o hacer la guerra (50:12b-13a).
- Octavo, la observancia del sabbat debía caracterizarse por la alegría y la satisfacción (50:10a).
- Noveno, solo la adoración en el Templo tiene prioridad sobre la observancia del mandamiento del sabbat (50:10b-12a).
Aquí hay algunas secciones textuales a considerar:
Jubileos 2:17-36
Con fines de estudio, este pasaje se puede dividir en varias secciones. Primero, los orígenes celestiales de la observancia del sabbat se afirman en 2:17-19a, en donde se discute la observancia del cumplimiento del sabbat. YHVH y los ángeles de su presencia están concentrados en la práctica continua de la observancia del sabbat. Los ángeles afirman a Israel:
«Él nos ha ordenado que guardemos el sabbat con Él en el cielo y en la tierra».
En este pasaje como en muchos otros, se aplica la doctrina de la Supremacía de la Ley, tal como se manifiesta en la observancia celestial del sabbat.
Segundo, en 2:19b-21a se establece a Israel como elegida entre todas las naciones. La elección y separación de Israel de todas las demás naciones de la tierra parece ser un tema recurrente en la literatura del Segundo Templo tardío, y especialmente aquí en el libro de Jubileos. En este texto se cita al Creador:
«He aquí, separaré para mí un pueblo de entre todos los pueblos, y estos guardarán el día de sabbat».
La elección por medio del pacto es el fundamento mismo de todo lo que se escribe o se deduce de alguna manera en este libro. Nuestro autor trazó deliberadamente paralelos entre Israel y el sabbat. YHVH ha bendecido y santificado tanto a Israel como al sabbat; por lo tanto, guardar el sabbat es un medio por el cual se marca la santidad de Israel.
Tercero, en 2:21b-22a, el sabbat se presenta como una señal del pacto, que se remonta a 2:17. Es en el contexto de esta elección por medio del pacto que nos damos cuenta de que el sabbat es un mandamiento muy especial. Es a la vez un mandamiento y una señal de la relación especial del pacto entre Israel y su Dios:
«Así Él creó una señal según la cual deben guardar el sabbat».
La estricta adhesión a este mandamiento equivale a un compromiso apasionado con el dios que lo emitió. Esto lo veremos posteriormente con más detalle. Los autores no escatiman esfuerzos para establecer como el tema principal en esta obra, la relación del pacto de Israel con su Dios. En otros escritos judíos, es aún más clara la idea de que el sabbat fue algo «personal» entre YHVH e Israel. Quizás la idea más radical que ejemplifica este tipo de exclusivismo es la idea de que los gentiles que guardasen el sabbat en realidad estarían cometiendo adulterio, porque solo Israel es la novia de YHVH.[8] Según Doering, en esta exclusividad, el libro de Jubileos difiere enormemente de los escritos de la diáspora judía de habla griega, en los cuales a menudo se resaltan la inclusión y la comunidad como lo argumenta Aristóbulo (Fragmento 5), Filón (Opif. 89-128; Mos. 2:21) y Josefo (Ag. Ap. 2:282).[9]
Cuarto, en 2:22b-23 se da un indicio de la futura doctrina del origen celestial de la lengua hebrea. Esto aparece en otras partes del libro de Jubileos en los que se conectan generaciones de fieles, se establece la conexión de Israel con los orígenes divinos (creación y pacto), así como los tipos de creación realizados por YHVH con las 22 letras del idioma hebreo:
«Hubo dos y veinte cabezas de humanidad de Adán a Jacob, y dos y veinte clases de trabajo que se realizaron hasta el séptimo día».
Quinto, se enfatiza el castigo severo por romper el sabbat. Desde el punto de vista de nuestro autor, nada menos que el compromiso completo a los estándares de la Torá del Dios de Israel, aseguraría la lealtad de YHVH a Israel. Este rigor, por supuesto, debe verse en el contexto del gran privilegio, la gran elección y la gran señal dada a Israel. Por lo tanto, el desprecio de estos grandes elementos debe recibir una acción disciplinaria apropiada:
«Quienquiera que trabaje en ello, morirá, y el que lo profane ciertamente morirá».
Sexto, en 2:28-29a está claro que romper este mandamiento es un problema relacionado con el corazón. Cuando leemos en nuestro tiempo acerca del sabbat, cuando la práctica de guardar el sabbat cristiano ha sido virtualmente abrogada, es fácil sentir el fuerte deseo de no cumplir íntegramente con el sabbat como resultado de las tendencias legalistas judías. Sin embargo, es importante ver que nuestro autor vio la ruptura del sabbat solo como un problema superficial que revela el problema real, escondido en el corazón incrédulo de la persona que rompe el pacto. La observancia del sabbat no debía realizarse en la obediencia legalista seca, sino como el deber sagrado del corazón redimido:
«Deben guardar el sabbat y no deben abandonarlo en el extravío de sus corazones».
Séptimo, en 2:29b-30a se exige el cumplimiento intransigente del mandamiento. El libro de Jubileos no sabe nada sobre la construcción del erub[10] para guardar el sabbat de manera más conveniente, una práctica que se había desarrollado por el tiempo de la composición de los targumím (comentarios bíblicos). Lo que vemos en este libro es un llamamiento intransigente a la plena obediencia de las ordenanzas del Dios de Israel, especialmente a las ordenanzas sobre el sabbat:
«No meter o sacar ninguna carga a través de sus puertas, que no se hubiesen preparado para sí mismos en sus viviendas en el sexto día».
Octavo, en 2:30-36 se nos da un resumen sucinto del capítulo, citando los orígenes antiguos y celestiales del mandamiento y enfatizando el privilegio del pacto de Israel, que debe ser transmitido a las generaciones futuras del pueblo electo de YHVH:
«Mantuvimos el sabbat en los cielos antes de que se diera a conocer a cualquier carne para mantener el sabbat en la tierra. Y el Creador de todas las cosas lo bendijo, pero no santificó a todos los pueblos y naciones para guardar el sabbat, sino solo a Israel... Esta ley y testimonio fue dado a los hijos de Israel como una ley eterna para sus generaciones».
¿Cuál es la razón detrás del llamado a la estricta obediencia a la Ley del Dios de Israel? Es porque la comunidad celestial está comprometida a hacer lo mismo y lo ha hecho mucho antes de que se le ordenara a Israel unirse a aquellos.
Jubileos 6: 30-38
En este segunda perícopa, dividiré una vez más el texto de acuerdo con las pausas lógicas, con el fin de organizar el material. Primero, el origen celestial se establece en 6:30b-31:
«Así está grabado y ordenado en las tablas celestiales. Y no hay excepción (para este mandamiento) por un solo año o de año en año».
Así como la validez del tabernáculo de Moisés se establece por su original que está en el cielo (Hebreos 8:5), este calendario terrenal de 364 días debe observarse por sus orígenes celestiales. Una vez más, la idea de la supremacía de la Ley se expone y valida en esta sección.
Segundo, la cantidad de días en el año completo se establece en 6:32-33a. Wintermute es una vez más útil aquí: «El autor creyó que había un valor teológico inherente en ciertos tiempos especiales. A diferencia del hombre moderno, no se limitó a la medición cuantitativa o al recuento de días desde un punto de partida arbitrario. Para él, los días también deben dividirse en una escala cualitativa con respecto a su santidad. Algunos días fueron sagrados y otros profanos».[11] Ninguna de las fiestas jamás cayó en sabbat.
«Que observen los años según este cálculo: trescientos sesenta y cuatro días, y (estos) constituirán un año completo, y no perturbarán su tiempo debido a sus días y a sus fiestas».
Como la más grande de todas las fiestas de Israel, ningún sabbat debe ser eclipsado por otras actividades festivas que el Dios de Israel decretó. La estricta obediencia a la Ley significaba simplemente que todos los mandamientos debían ser obedecidos. Celebrar el sabbat y las fiestas el mismo día fue intentar «matar dos pájaros de un tiro». Esto fue completamente inaceptable en vista de la naturaleza de la Ley y de la historia del pueblo del pacto.
Tercero, en 6:33-38 se establecen las consecuencias costosas de seguir el conteo incorrecto de los días:
«Ellos alterarán todas sus fechas y los años serán vaciados de este (orden)... todos los hijos de Israel... olvidarán las nuevas lunas, las fechas y los sabbat».
Olvidar los días santos de YHVH es igual a caminar «según las fiestas de los gentiles después de su error y después de su ignorancia».
Jubileos 50: 8-13
La tercera y última perícopa principal enfatiza la elección del pacto del Dios de Israel. Pero no se limita solamente a reafirmar este hecho, sino que establece lo que constituye exactamente la ruptura del sabbat.
Primero, en esta última perícopa, en 50:8-10a nuestro autor describe algunos de los trabajos que están prohibidos en sabbat, incluida la prohibición de las relaciones sexuales, hablar de negocios y extraer agua.[12]
«Quien profane ese día, quien se acueste con (su) esposa o quien diga que va a hacer algo al respecto, que emprenderá un viaje con respecto a cualquier compra o venta, y quien extraiga agua que no haya preparado para sí mismo en el sexto día».
La Ley no puede ser superior a la vida de un ser humano si en el sabbat se hacen cosas comunes. Todos los días son de YHVH, pero el sabbat tiene un sello especial de aprobación. Este es el día para la autodisciplina, para desarrollar la confianza en la providencia de Dios, para la confesión semanal de que el Dios de Israel es el Señor de esta particular observancia del pacto.
Segundo, en 50:10a declara la razón de la inmensa importancia asignada para guardar el sabbat:
«Porque tan grande es el honor que YHVH le ha indicado a Israel, que deben comer, beber y estar satisfechos en este día festivo».
Una vez más, se evoca el privilegio de elección otorgado a Israel por su Dios. Es un honor que no se ofreció a ningún otro pueblo en la faz de la tierra. El sabbat es tan santo que solo se permite la obra celestial. No puede ser contaminado con las cosas buenas de este mundo, sino que solo puede estar lleno de las cosas buenas del mundo venidero.
Tercero, se discute brevemente en 50:10b-12a la obra celestial (adoración) que se permite:
«Descansa de todo el trabajo que pertenece a los hijos de los hombres, excepto del incienso ardiente y de las ofrendas y los sacrificios ante YHVH... Esta tarea solo se realizará en los días de sabbat en el santuario de YHVH, tu Dios».
No es la tarea lo que en realidad está prohibido en sabbat, sino el trabajo. La palabra para «adoración»después de todo puede traducirse como «tarea». En este sentido es un trabajo de otro tipo.
Cuarto, en 50:12b-13a se enumeran otros tipos de trabajo que están prohibidos. El autor afirma que:
«…todo hombre que trabaje en ello, o emprenda un viaje o cultive (su) campo, ya sea en su casa o en cualquier otro lugar, y quienquiera que encienda fuego, viaje en cualquier bestia o viaje en barco por el mar, y el que golpee o mate algo, o sacrifique a una bestia o a un pájaro, o el que atrape un animal o un pájaro o un pez, o el que ayune o haga la guerra en sabbat...».
… no puede ser parte de la comunidad que observa el pacto que el autor de Jubileos imaginó. Como veremos más adelante, las guerras macabeas formarán un desafío especial para las diversas comunidades judías de la época. Todas ellas estarían haciendo frente a estos problemas de diferentes maneras. Algunos alterarían su práctica del sabbat radicalmente, otras lo harían con moderación y otras se mantendrían con la interpretación tradicional y serían testigos entre los pueblos en una época de compromiso.
Quinto, en 50:13b sigue la conclusión, con un severo recordatorio del castigo de la ruptura del sabbat, la responsabilidad de la elección de los hijos de Israel sobre la tierra de YHVH, un recuerdo del origen celestial del sabbat y la correcta numeración y división del tiempo:
«El hombre que hiciera cualquiera de estas cosas el día de sabbat morirá, de modo que los hijos de Israel observarán los días de sabbat de acuerdo con los mandamientos relativos a los días de sabbat de la tierra, como está escrito en las tablas que Él entregó en mis manos y que yo debo escribirte para las leyes de las temporadas, según la división de sus días. Aquí se completa la cuenta de la división de los días».
Mantener el festival correcto en el día correcto fue un tema central, en lugar de un problema periférico, en la mente de al menos algunos representantes de la comunidad judía del período del Segundo Templo. La pena por romper el sabbat fue la muerte, lo que significa una vez más la supremacía de la Ley en general y la naturaleza de la señal del pacto que le pertenece en particular. Cuando el «robar» (Levítico 6:2-7) e incluso la «violación o sexo prematrimonial» (Deuteronomio 22:28-29) son punibles con acciones correccionales, pero el incumplimiento del sabbat se castiga con la pena máxima (muerte), uno está obligado a reconocer el significado desproporcionado de este mandamiento en comparación con muchos otros y, por lo tanto, a considerar lo que representa para el pueblo de Israel.
[1] Hay varias escuelas de pensamiento con respecto a lo que realmente son los escritos Apócrifos y los Pseudepigráficos. Protestantes y católicos han definido esos nombres de manera diferente. Los teólogos católicos llaman Apócrifos, a aquellos libros con una antigüedad similar a los del Canon. Pseudepigráficos son las colecciones de libros del último período del Segundo Templo que generalmente se atribuyen a figuras bíblicas. Estos términos en muchos aspectos han sido superados y, a veces, son más confusos que útiles.
[2] Ver Nickelsburg, Jewish Literature, 79.
[3] Ver Allen Lane, The Complete Dead Sea Scrolls in English (New York: Penguin Books, 1997), 507.
[4] Ver Nickelsburg, Jewish Literature, 73.
[5] James VanderKam, “Book of Jubilees”, in The Anchor Bible Dictionary, Vol. 3 (New York: Doubleday,1992), 1030.
[6] Curiosamente, estos fueron los tres pecados de los que los cristianos judíos, reunidos en Jerusalén, advirtieron cuando escribieron a los gentiles conversos acerca de lo que podían o no podían hacer (Hechos 15:20, 29).
[7] Ver Everett Ferguson, Backgrounds of Early Christianity (Grand Rapids: Eerdmans, 2003), 451.
[8] Ver Doering, “The Concept of the Sabbath,” 190.
[9] Ibid.
[10] Erub es una estructura especial de propiedad conjunta y es compartida por varias familias que viven cerca, lo que permite que los alimentos entren y salgan de la casa de una manera que no rompa técnicamente la letra del mandamiento del sabbat.
[11] Wintermute, “Jubilees,” 38.
[12] Esta es otra conexión con el Documento de Damasco.
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