El verdadero significado de la visión de Pedro
Por Pinchas Shir
Mientras visitaba la casa de un curtidor en Haifa, Pedro subió a la azotea para orar. Era mediodía y tenía hambre. Mientras oraba se le mostró una visión extraña:
«Vio el cielo abierto y un objeto semejante a un gran lienzo que descendía, bajado a la tierra por las cuatro esquinas. Había en él toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra, y aves del cielo. Una voz llegó a él: “Levántate, Pedro, mata y come”. Pero Pedro dijo: “De ninguna manera, Señor, porque yo jamás he comido nada impuro o inmundo”. De nuevo, por segunda vez, llegó a él una voz: “Lo que Dios ha limpiado, ya no lo consideres impuro» (Hechos 10:11-15).
Ya que esta visión contenía una mezcla de animales puros e impuros que a Pedro se le ordenó «matar y comer», algunos intérpretes del Nuevo Testamento interpretan erróneamente esta visión en términos de comida, como si la orden de Dios a Pedro significara la abolición divina de las diferencias entre animales puros e impuros detallados en las leyes de alimentos kosher(consultar Levítico 11; Deuteronomio 14). Pero Pedro sabía que la visión no era sobre la comida. Él le explica a Cornelio, quien no era judío, que era «ilícito para un hombre judío asociarse con un extranjero o visitarlo; y sin embargo, Dios me ha mostrado que no debería llamar a ningún hombre común o inmundo» (Hechos 10:28).
Al igual que muchos judíos del siglo I, Pedro vio a los gentiles como (κοινὸν καὶ ἀκάθαρτον; koinon kai akatharton), «profanos e inmundos». El contacto con los no judíos no estaba explícitamente prohibido en la Torá, sin embargo, los gentiles del siglo I fueron adoradores de ídolos que no vivieron sus vidas de acuerdo con los caminos de Dios revelados a Israel en la Torá. Hablando de las tendencias idólatras de los gentiles, un autor judío lo escribió dos siglos antes de que Yeshua lo advirtiera:
«Sepárate de los gentiles, y no comas con ellos, y no hagas obras como las de ellos. Y no te hagas socio suyo. Porque sus obras están contaminadas, y todos sus caminos están contaminados, son despreciables y abominables. Ofrecen sus sacrificios a los muertos, y ante los demonios se inclinan. Y comen en tumbas. Y todas sus obras son inútiles y vanas» (Jubileos 22:16-17).
En Hechos 11:3, los amigos de Pedro lo avergonzaron por socializar con los gentiles, pero después de escuchar el informe de Pedro, «glorificaron a Dios, diciendo: “Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida”» (Hechos 11:18). Dios no limpió los alimentos impuros para hacerlos aceptables para el consumo judío; más bien, Dios limpió a aquellos de las naciones que oyen su voz.
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