¿«No existe» otro Dios?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
En la cúspide de Canaán, Moisés le recuerda a los israelitas que ellos «saben que el Señor es Dios; aparte de él no hay otro» (Deuteronomio 4:35). Pero unos versículos antes, Moisés les pregunta: «¿Qué otra nación es tan grande para tener sus dioses (אלהים; elohím) tan cerca, como está el Señor nuestro Dios cuando le clamamos?» (Deuteronomio 4:7). Esta pregunta no solo parece afirmar la existencia de otras deidades nacionales además del Dios de Israel, sino también se alinea con los muchos otros textos bíblicos que también reflejan una multiplicidad de dioses [para ver los versículos específicos haz clic en el enlace azul]. Pero, si estos otros dioses existen, ¿cómo puede ser verdad que aparte del Señor «no hay otro»? La respuesta se encuentra en el significado exacto de la frase Hebrea (אין עוד; eín ód): «No hay otro». En lugar de entenderse «no hay otro en existencia», en Hebreo significa que «no hay otro tan grande como».
Isaías vuelve a usar varias veces lo dicho en Deuteronomio. Por ejemplo, Dios declara a través del profeta «Yo soy el Señor, y no hay otro (אין עוד; eín ód)… No hay otro aparte de mí (אפסבלעדי; éfes bil´adáy). Yo soy (אני; aní) el Señor, y no hay otro (אין עוד; eín ód)» (Isaías 45:5-6; consultar Isaías 45:14, 21; consultar Marcos 12:32). A primera vista tales declaraciones parecen afirmar que no existen otros dioses, a excepción del único Dios de Israel. Sin embargo, el idioma de Isaías no excluye la existencia de otros, sino que enfatiza la superioridad de uno sobre sus contendientes. Hablando de Babilonia, Isaías menciona: «Tú dijiste: “Nadie me ve”. Tu sabiduría y conocimiento te llevaron por mal camino cuando dijiste en tu corazón: “Yo soy, y no hay otro (אני ואפסי עוד; aní v’afséi ód)”» (Isaías 47:10). Isaías no está sugiriendo que Babilonia fue la única nación en existencia, sino que Babilonia fue considerada como superior a las otras naciones. De manera similar, cuando Isaías utiliza la misma terminología de Dios, el texto exalta al Señor sobre los otros dioses.
Sofonías hace eco de Isaías cuando se refiere a Nínive: «Esta es la ciudad eufórica que vivió segura, la que dijo en su corazón: “Yo soy, y no hay otro (אני ואפסי עוד; aní v’afséi ód)”» (Sofonías 2:15a). El profeta no quiere decir que no existen otras ciudades aparte de Nínive, sino que los ninivitas se veían como superiores a los demás. De hecho, la segunda parte de este versículo confirma que otros pueblos existieron además de Nínive: «¡En qué desolación se ha convertido [Nínive], guarida de fieras. Todo el que pasa junto a ella se mofa y le hace gestos con las manos»(Sofonías 2:15b). Sofonías explica que otras ciudades existen aparte de Nínive, y que los habitantes de esas ciudades se burlarán de la capital Asiria después de su desaparición.
Por eso, en el contexto hebreo original, «no hay otro» no significa que nada más existe, sino que la frase denota la superioridad de una entidad sobre las otras. En pocas palabras, se trata de calidad, no de cantidad. Cuando Moisés, Isaías o Sofonías afirman «no hay otro» aparte de su Dios, ellos enfatizan el hecho de que el Dios de Israel es el mejor de todos los dioses, y el único digno de adoración.
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